martes, 23 de marzo de 2010

Fotos de la Visita a Sanginee

Conversación Interesante No.1

Dada la naturaleza de mi trabajo, casi todas las semanas me toca viajar a un lugar distinto de la India. A veces viajo en tren, a veces en avión, y muchas veces, combinación de ambos. La gran mayoría de las veces, el destino es una ciudad remota, con alta densidad de gente pobre… Es en estos lugares donde impactan las microfinanzas.

Por algún motivo que todavía no entendí, los indios no sonríen para las fotos. No solo que no sonríen, sino que si están sonriendo, se ponen serios al ver la cámara. Cosa extraña en nuestra cultura, donde en mi opinión, la belleza de una foto se mide por la autenticidad y calidad de las sonrisas en ella contenidas. Luego de casi dos años de vivir en este país, he comprobado una y otra vez que la gente esconde la sonrisa ante las cámaras. Incontables veces me ha sucedido ver una sonrisa hermosa, y ella desaparecer al solo aparecer la cámara fotográfica.

Ahora alguno de mis lectores puede estar pensando que claro, yo ando por lugares de gente pobre, por eso ahí la gente no sonríe tanto. Pensamiento equivocado, por supuesto, dado que las clientes de microfinanzas no son muertas de hambre… son gente con recursos bajos, cierto, pero comen todos los días, ahorran, y están involucrados en actividades productivas que les permiten generar fondos suficientes para pagar sus préstamos. En la mayoría de los casos, son gente que ha podido agrandar su negocio e invertir en capital (una máquina de coser, un carrito ambulante para verduras, telas para hacer ropa, vacas para sacar leche, entre otros) y de a poco avanzan en la escala económico-social.

Más allá de todo esto, he desarrollado un hábito en todos mis viajes. Cuando veo alguna sonrisa linda, una persona con cara interesante, chicos jugando, delicadamente les pido si les puedo sacar una foto. En general la gente responde que si… pero apenas saco la cámara, la sonrisa se va… Sin embargo, terca y perseverante como soy, nunca me doy por vencida, y siempre pido un “smiiiile”. Y la gente sonríe. Y yo saco mis fotos. Y con las sonrisas, soy feliz.

¿A qué viene todo esto?

La semana pasada me toco visitar a uno de mis clientes preferidos. Fue como la quinta vez que visitaba la institución, por lo que ya me siento casi como en casa. A través de tantas visitas he generado una grata relación con mi cliente y con todo el personal de la empresa, incluyendo sus jefes de sucursal. El viernes pasado, luego de una semana agotadora de trabajo nos estábamos despidiendo del equipo de trabajo y conversando casualmente con los jefes de sucursal, cuando me preguntan: ¿Cómo es tu viaje de regreso? Entonces yo les explico que me tomo un tren, después un avión, después otro avión, y recién ahí, llego a Lucknow. A todo esto, ellos responden “Nosotros tenemos un sueño… algún día queremos viajar en avión.”

Entonces yo pienso, que cosa loca… a mi me toca viajar en avión todas las semanas, me han tocado largos viajes larga distancia… pero no me causan ni un poquito de estrés, ni un poquito de excitación, ni miedo, ni nada… casi lo mismo que subirme al colectivo… Y aquí me encuentro, hablando con gente que sueña con eso, lo que a mí me toca todas las semanas, varias veces al mes… ¿Y qué les contesto?

Entonces se me ocurre, que aún mas cosa loca es comparar lo que ellos sueñan y lo que yo sueño… lo que a ellos les da alegría, y lo que a mí me da alegría. Y ahí me di cuenta… que subirse al avión para mí no es un fin, es simplemente un medio para ver los paisajes, para sacar fotos de sonrisas… Que lo que yo busco, es eso que ellos ven todos los días… Que mi sueño, es ayudar a gente como ellos a que brinden oportunidades a más gente, y que saquen mas sonrisas… Qué extraño es el ser humano, ¿no?